Por lo poco útil que resulta ser en su cargo, el canciller Héctor Timerman dedica todos sus esfuerzos a sus verborrágicos tweet, en busca de algún consuelo y reconocimiento.
Al no poder dar explicaciones sólidas sobre por qué Barack Obama visitó el continente pero no vino a la Argentina , no pudo evitar tomar la decisión de desbocarse en un nuevo capítulo de disparates.
Víctima del rencor y la desesperación, directamente acusó a los EE.UU. de adiestrar a la Policía Metropolitana
El Canciller ignoraba que el Gobierno Nacional también forma policías en esa institución. Obviamente se convirtió de inmediato en objeto de burlas por lo poco serio de su declaración, y más aún: muchos pidieron su renuncia.
Abrumado y estresado por la situación terminó descompensándose. Por semejante papelón el Señor Twitterman terminó flagelando su salud.
Sus disparates sólo son comparables con los del Señor Garrison.
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