Una nueva diva se encuentra en las costas uruguayas y no es ni Moría Casán ni Susana Giménez ni la Chiqui Legrand sino más bien: Milagro Sala, la dirigente del movimiento social Tupac Amaru.
Parece que Milagro se tomó vacaciones con todas las letras porque se olvidó de su función de representar a los más necesitados y lejos de dar el ejemplo de lucha y sacrificio social se fue a Punta del Este, una de las costas más caras de Sudamérica a disfrutar del recital de Charly García en nada más ni nada menos que el hotel Conrad.
Estuvo presente junto a su marido en sexta fila cuyo costo era de 123 dólares, pero el esposo de Sala, Raúl Noro, se encargó de aclarar: "Nosotros pagamos 50". Así que Raúl ¡no aclares que oscurece!
Con todo esto, me pregunto qué dirán los integrantes de Tupac Amaru teniendo en cuenta que mientras ellos defienden una ideología y luchan por sus necesidades, su dirigente se pasea por las costas y saca réditos personales por estar al pie del cañón en lo que a pedidos de la Presidente se refiere.
La interpretación de una democracia para pocos ya no tiene margen de error. Son vastas las muestras que el Gobierno nos da para reafirmar que los únicos beneficiados serán siempre los que estén lamiendo las botas de Cristina y sus hombres.
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